Ver y hacer: una cuestión específica de cine para descubrir y explorar diferentes parámetros cinematográficos (elección de la puesta en escena, sonido, iluminación, actuación, montaje…) y recursos para explorarlos en situación pedagógica. Lo real en la ficción en cuestión: escenas que mezclan actores y no actores, avatares, personajes de ficción proyectados en un universo cotidiano: ¿cómo se opera en el seno de las películas el encuentro entre lo real y la ficción?
Michaël Dacheux es realizador y tallerista de Cine, cien años de juventud desde 2010. Apoyándose en fragmentos de películas, cuestiona la irrupción de lo real en la ficción que se realiza a través de diferentes parámetros: elección de decorados naturales, actores no profesionales, imprevistos de la filmación, atención acordada al clima….
Michël Dacheux analiza la primera secuencia de la película Cuatro aventuras de Reinette y Mirabelle de Eric Rohmer, que se abre con el encuentro de las dos jovencitas. Rohmer demora la entrada en la ficción -el comienzo de su amistad- tomándose el tiempo de filmar atentamente los lugares en los cuales se inscribe este encuentro, los gestos de sus actrices confrontadas a un problemas técnico (cambiar la cámara de aire de la bicicleta). La realidad del mundo en la cual ellas evolucionan, sus cuerpos, su gestualidad están en el corazón mismo de la película y de la historia que puede comenzar a desplegarse.
El cine, por su simple capacidad de registro, permite ante todo documentar un espacio y una época. Transeúntes, vidrieras, circulación… El mundo en el cual evolucionan los personajes y la ficción lleva necesariamente la impronta de una realidad en un lugar y en un tiempo precisos.
Manifestaciones meteorológicas, presencia de animales, improvisación guiada: los cineastas pueden decidir, incluso provocar, diferentes imprevistos. Es una forma de volver vivas las películas, menos encorsetadas en su guión.
La concentración de un actor en una acción precisa que debe realizar permite prestar atención a los gestos reales. Esos gestos, realmente hechos por el actor, asociados a un diálogo, desplazan la escena hacia un desafío más vivo y menos psicológico. A menudo, es en la prueba física que el actor se ve forzado a vivir sus acciones de verdad, sin posibles trampas.
