Rosetta

Luc et Jean-Pierre Dardenne, Bélgica, 1999

Comentario

Los directores imponen una verdadera prueba de fuerza a su actriz. Debe llevar, recorriendo una distancia bastante larga, una garrafa de gas que es visiblemente demasiado pesada para ella. La cámara en mano, precediendo de muy cerca a la actriz, la encierra en el cuadro y la expone muy de cerca a nuestra mirada: nada se nos escapa, ni los signos de agotamiento que experimenta (respiración corta, mejilla enrojecidas, rostro deformado por el esfuerzo), ni sus emociones: rabia hacia Riquet, el colega al que traicionó y que la acosa en un ciclomotor, encerrándola cada vez más, y la desesperación, cuando se deshace en lágrimas. Ni la amenaza que él representa, ni el peso desmesurado del objeto parecen apartar a Rosetta de su único objetivo: llevar esa garrafa; ella tropieza y se levanta, viviendo su calvario hasta el final. Esta garrafa podría haber estado vacía o ser reemplazada por un objeto fáctico menos pesado. La escena podría haber sido cómodamente cortada o sintetizada. Pero al contrario, importa que no lo hayan hecho y que, a través de esta escena filmada en plano secuencia, tanto la actriz como los espectadores vivan una experiencia: esta travesía común, a lo largo de la cual nos hacemos cargo de una parte de su emoción, de sus tormentos (ella quiere utilizar el gas para suicidarse); que cierre el filme y se termine sobre este gesto liberador: la mano tendida por el acosador.