Viaje en Italia

Viaggio in Italia

Roberto Rossellini, Italia, 1954, Les Films Sans Frontières

Comentario

Alexander y Katerine Joyce, pareja de ingleses burgueses, viajan por negocios a Nápoles y sus alrededores. Es la ocasión para ellos de volver a encontrarse en la intimidad, y también cada uno frente a sí mismo. Katerine, en particular, efectúa una serie de visitas que son también la ocasión de encuentros, que la trastornan y le hacen enfrentar la vida de manera diferente, sin que Alexander comprenda qué es lo que puede emocionarla tanto. La pareja está en el momento más grave de la distancia, y la palabra divorcio acaba de ser pronunciada, cuando un amigo en común les anuncia que un descubrimiento está a punto de tener lugar en el sitio histórico de Pompeya. En el lugar, el principio de campos y contra campos pone a la pareja frente a ese descubrimiento “en directo”. Ese montaje entre los momentos “documentales” que muestran la excavación (real o reconstituida, finalmente qué importa, la revelación de los elementos arqueológicos tiene lugar delante de nosotros registrada por la cámara) y las miradas de la pareja (ya en ángulo picado en relación con el trabajo minucioso de los arqueólogos, ya hacia a su amigo explicando en off los detalles técnicos), indica bien que el rodaje de estos dos tipos de escena (el mundo vs. la pareja) ha sido realizado en dos momentos diferentes. Es la puesta en escena de Rossellini la que cose aquí lo real y la ficción (al igual que ese viento que levanta los cabellos de Ingrid Bergman). Se descubre primero un brazo, luego unas piernas, ¿se trata de un grupo? no, una pareja. Un guión casi demasiado perfecto dada la situación; si llegamos a creer en él es principalmente gracias a la duración acordada a esta secuencia tanto como a la actuación muy vívida y competente de los actores. La dramática música de cuerdas subraya ese efecto de espejo invertido que provoca el sollozo de Katerine, al encontrarse frente a la eternidad de esta mujer y este hombre de un pasado lejano petrificados juntos. Katerine deja ahora súbitamente su posición pasiva de espectadora para alejarse fuera de la escena, forzando a su marido a entrar en su campo. Atado todavía por el compromiso social, sale de inmediato del cuadro común, mientras que ella lo reclama, luego vuelve al campo, mientras que ella sale. Todo el final de esta secuencia articula esta cuestión de su coexistencia en el mismo cuadro. Y es una panorámica, acompañándolos por la escalera, la que los reúne pero de espaldas, él detrás de ella, y que filma ahora el intervalo que los separa; luego una última tentativa de acercamiento. Que todo esto se desarrolle en las ruinas, sobre los restos de los cimientos de una civilización, ubicando así a los personajes frente a la historia, no es evidentemente algo anodino y hace que se reúna el drama burgués con una cuestión más trágica y colectiva.