M el vampiro

M

Fritz Lang, Alemania, 1933, RDM edition

Comentario

En este fragmento, Fritz Lang nos muestra una serie de planos en los que Elsie está ausente mientras que, normalmente, debería estar presente en ellos. En estos planos, el director filma la ausencia tal como la vive la madre, que se preocupa por su hija y la llama. En el plano del cartero, el timbre nos deja creer, como a la madre - que sonríe esperanzada- que es Elsie la que está detrás de la puerta ya que Lang no nos muestra el palier. El plano funciona como una (mala) sorpresa cuando se muestra lo que estaba oculto.
En el plano de la mesa puesta para su almuerzo, Lang encuadra el lugar exacto que ella debería ocupar, lo que hace que su ausencia cobre presencia.
Otros tres planos nos muestran dónde está Elsie en ese preciso momento. En el primero, en el que el hombre le compra un globo, Lang tiene mucho cuidado de encuadrar a M. de tal modo que oculte todo aquello que podría identificarlo: se lo filma de espaldas escondido bajo el sombrero y, cuando gira un poco para salir de cuadro, no llegamos a ver nada de su rostro. Lo único que no se nos ocultó es su constitución robusta. En ese plano, el vendedor de globos es ciego y tampoco él puede verlo a pesar de estar frente a M.
En los dos planos que representan para nosotros el asesinato de Elsie, no vemos ni a la niña ni a su asesino. Fritz Lang usa una figura cinematográfica que consiste en mostrar la parte para no mostrar el todo. Es lo que en retórica clásica se llama metonimia. La parte aquí ni siquiera es un plano detalle de Elsie (podría haber mostrado sus zapatos por ejemplo). Son dos objetos que para nosotros están relacionados con Elsie y con M. a la vez: la pelota y el globo que él acaba de comprarle. En el primer plano, la pelota entra en el cuadro rodando hasta que se queda inmóvil, evocando el momento en que Elsie pierde su vida y suelta el globo al quedarse inmóvil también ella. El segundo plano nos muestra el globo que acaba de soltar al morir y que quedó atrapado por un instante en los cables eléctricos (como ella en las redes del asesino) pero que finalmente remonta vuelo, tal vez como el alma de Elsie.
La moral cinematográfica de Lang le prohibía mostrar el horror del asesinato de una niña. No quería provocar el más mínimo impulso sádico en su espectador dándole a ver el asesinato. Entonces, elige darlo a entender sin mostrarlo.