Los excéntricos Tenenbaums

The Royal Tenenbaums

Wes Anderson, Estados Unidos, 2001

Comentario

Al abuelo Tenenbaum no le gusta la manera timorata en la cual su hijo educa a sus dos varones. Su principio es no sólo que “no se les enseña a los niños a temer la vida”, sino que es preciso hacer lo contrario: “hacerlos abrevar en la audacia”.

En esta secuencia invita a los dos hermanos a salir a jugar con él por las calles. Va a transgredir la mayoría de las reglas que por lo común establecen los padres responsables. En dos minutos de película, les enseña a cruzar la senda peatonal en el momento en que el semáforo se pone en verde para los automóviles, a lanzar bombas de agua sobre un taxi, a robar en una tienda, a treparse a un camión recolector de basura, a apostar dinero en juegos prohibidos. El ritmo desenfrenado de la secuencia hace que el espectador mismo se deje llevar por esta excitación lúdica y se vuelva un niño exaltado en ese momento de libertad feliz, sin tener tiempo de pensar en los peligros que ese abuelo les hace correr a sus pequeños nietos. El componente anárquico del juego, que se manifiesta en esa escena, es tan divertido como en el de una película burlesca donde todas las transgresiones están permitidas.