For Ever Mozart

Jean-Luc Godard, Francia, 1996

Comentario

Un vidrio separa el interior y el exterior de la casa. En el interior, bien protegido de la intemperie, está el camarógrafo, con abrigo y sombrero. En el exterior, la actriz, en una playa, con vestido de teatro. Ella está expuesta al viento que agita violentamente su pesado vestido de otra época, sus cabellos la ciegan barriendo su rostro. Tiene que luchar contra los elementos desatados para lograr decir su texto. Entre los dos, en la unión del interior y el exterior, el viejo cineasta, que representa a Godard, nunca está satisfecho con la manera en que la actriz dice su texto y multiplica las tomas hasta que ella se quiebra y huye hacia el mar para terminar con esa tortura. Godard siempre pensó que el actor está expuesto a todas las vejaciones, incluido el sadismo del director, pero que su sufrimiento es necesario para que algo más verdadero que la simple simulación del juego actoral se registre en la película. El viento es la manifestación concreta y física, en esta escena, de todo los que se retuerce en el interior de la actriz expuesta en cada toma.

El viento también le permite a Godard hacer un bello trabajo sonoro y un trabajo plástico con el vestido rojo, el negro de los contraluces y los trajes de los hombres, el fondo gris de la arena y del mar. Este vestido se vuelve una mancha de pintura roja viva como una llama.

En el primer plano final, solo quedan los dos colores: el rojo del vestido y el negro de los cabellos que se agitan sin cesar. El viento se volvió en el agente del Godard colorista. Pero tuvo que esperar pacientemente a ese viento para filmar esta escena.

Palabras clave

Doble escena.